Gibraltar y Menorca.

Estos dos trozos del territorio español fueron ocupados por Inglaterra a consecuencia del tratado de Utrecht.  A lo largo del siglo XVIII España hizo constantes esfuerzos por recuperar Gibraltar. 

En el famoso asedio de 1782 se emplearon las baterías flotantes, invento de un ingeniero francés.

«Consistían en unos enormes buques de tal construcción y solidez que fuesen invulnerables a las bombas y a las balas rasas.  Construyéronse diez de estos gigantescos buques, sus costados tenían vara y media de espesor, y estaban defendidos por sacos de lana  encajonados entre Corcho; la cubierta forrada de planchas de hierro, de modo que rodaran al mar los hombres que sobre ellos cayeran; para preservarlos del incendio de las balas rojas  que pudieran entrar por las troneras se hizo un ingenioso aparato de tubos interiores en los cuales, con el auxilio de bombas, circulaba incesantemente el agua, conservando la madera en un estado de saturación.  Entre todas las baterías llevaban doscientos veinte cañones a una sola banda, y a la otra la correspondiente cantidad de plomo para nivelar el peso.

Tantos preparativos resultaron inútiles; Gibraltar no fue tomada, pero sí Menorca, por las fuerzas francoespañolas mandadas por el duque de Crillon.  La guarnición inglesa realizó una heroica defensa, y su comandante reconoció haber sido tratados con toda generosidad después de la rendición.

«Cuando las tropas vencedoras entraron en la plaza prorrumpieron en los naturales vivas al monarca español.  En toda España se hicieron demostraciones de regocijo por la recuperación de la isla.»

MODESTO LAFUENTE: Historia de España, libro VIII, capítulo 15.  Ed.  Montaner y Simón., Barcelona, 1880.

 

 

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